By Kate Yandell

Compendio SciCheck

Un estudio internacional de cerca de 99 millones de personas confirma los efectos secundarios graves ya conocidos de las vacunas contra el COVID-19. También identifica una posible relación entre la primera dosis de la vacuna de Moderna y un pequeño riesgo de afección neurológica. Publicaciones en redes sociales sobre el estudio omitieron información sobre los beneficios de las vacunas y lo poco comunes que son los efectos secundarios.

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Las vacunas contra el COVID-19, como todas las vacunas y otros productos médicos, producen efectos secundarios, incluso algunos graves en casos excepcionales. Las vacunas se distribuyeron para proteger a las personas de un nuevo virus que le ha quitado la vida a millones de personas en todo el mundo y que probablemente habría matado a millones de personas más si las vacunas no hubiesen aparecido. Existe un amplio consenso entre expertos y agencias de salud gubernamentales en que los beneficios de la vacunación contra el COVID-19 superan los riesgos.

Los investigadores han examinado la seguridad de las vacunas contra el COVID-19 y siguen haciéndolo. Un estudio publicado el 12 de febrero en la revista Vaccine que analizó datos de un grupo de más de 99 millones de personas que recibieron vacunas contra el COVID-19 en varios países detectó principalmente conexiones a efectos secundarios conocidos y poco frecuentes. El estudio se centró en gran medida en las vacunas de Pfizer/BioNTech y de Moderna, que se han administrado ampliamente en EE. UU., así como en la vacuna de AstraZeneca, que nunca fue autorizada en EE. UU.

“Nuestra conclusión es que las campañas de vacunación contra el Covid-19 han sido muy eficaces en la prevención de enfermedades graves”, nos dijo en un correo electrónico Anders Hviid, uno de los autores del estudio y jefe del departamento de investigación epidemiológica en el Statens Serum Institut de Dinamarca. “Los pocos efectos secundarios graves que hemos observado, en este y otros estudios, han sido poco frecuentes”.

Muchas publicaciones populares en las redes sociales han compartido los resultados del estudio, algunas sin explicar que los problemas de salud identificados son poco comunes, que la mayoría no son nuevos y que las vacunas tienen beneficios demostrados. En varias publicaciones se hacían afirmaciones infundadas, afirmando o insinuando que el público no debería haber recibido las vacunas, que los riesgos sobrepasan a los beneficios o que el riesgo de desarrollar efectos secundarios poco comunes es mayor que el indicado en el estudio.

“Cientos de millones de personas fueron utilizadas como ratas de laboratorio y ahora ya no se puede negar la verdad que TODOS SABÍAMOS”, dice una publicación popular, refiriéndose a las vacunas como “experimentales” y “NO PROBADAS”. La publicación compartía una captura de pantalla del titular de un artículo del New York Post sobre el nuevo estudio, que decía: “Las vacunas contra el COVID, vinculadas a ligeros aumentos de trastornos cardíacos, cerebrales y sanguíneos: estudio”.

“Esto se impuso a personas que no corrían casi ningún riesgo por Covid”, decía otra publicación muy leída. “Es completamente inaceptable”. La publicación compartía estadísticas del documento sin dejar claro que los problemas de salud graves tras la vacunación eran raros y que el riesgo variaba según el tipo de vacuna y la dosis.

El estudio en la revista Vaccine, confirmó que las vacunas de Moderna y Pfizer/BioNTech están relacionadas en muy pocos casos con la miocarditis y la pericarditis, afecciones que provocan la inflamación del músculo y el revestimiento del corazón. La tasa de miocarditis fue más elevada tras recibir la segunda dosis de la vacuna de Moderna. El riesgo de miocarditis, mayor en varones adolescentes o a principios de sus veinte, se detectó gracias a los sistemas de seguimiento de la seguridad de las vacunas y se notificó por primera vez en 2021. Basándose en la evidencia actual, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) dicen que el beneficio de la vacunación supera el riesgo de sufrir estas afecciones, que mejoran en la mayoría de las personas después de un tratamiento médico y reposo.

El estudio confirmó las afecciones neurológicas y de coagulación sanguínea asociadas a la vacuna de AstraZeneca. En EE. UU., estos problemas se relacionaron con la vacuna de Johnson & Johnson, lo que contribuyó a que esta vacuna dejara de recomendarse o de estar disponible.

El estudio también identificó una nueva y posible alerta de seguridad que indicaba una relación potencial entre la primera dosis de las vacunas de Moderna y AstraZeneca y afecciones neurológicas poco comunes. Esto incluía una relación entre las primeras dosis de las vacunas y la encefalomielitis aguda diseminada, o EMAD, una enfermedad autoinmune que causa inflamación en el cerebro y la médula espinal.

Hviid subrayó que los investigadores solo observaron estos eventos neurológicos tras la administración de las primeras dosis de las dos vacunas. “No observamos estas señales tras las siguientes dosis de estas dos vacunas contra el Covid-19, ni tampoco tras las dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech, que se ha utilizado más ampliamente”, afirmó.

“También estamos hablando de eventos muy poco comunes”, continuó Hviid. “Como ejemplo, la asociación entre la primera dosis de Moderna y la inflamación aguda del cerebro y la columna vertebral correspondería, si fuera causal, a 1 caso por cada 1,75 millones de vacunados. Solo gracias a la magnitud de nuestro estudio hemos podido identificar este riesgo potencial minúsculo”.

Un estudio refuerza la evidencia de que los efectos secundarios graves de las vacunas contra el COVID-19 son poco comunes

El estudio de Vaccine se basó en expedientes médicos nacionales o regionales de ocho países con entidades que participan en la Red Mundial de Datos sobre Vacunas, un grupo internacional que estudia la seguridad de las vacunas. Los investigadores analizaron los resultados de salud tras unos 184 millones de dosis de la vacuna de Pfizer/BioNTech, 36 millones de dosis de la vacuna de Moderna y 23 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca. 

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Los investigadores se centraron en 13 problemas de salud que, o bien tenían una asociación conocida con la vacunación, o bien existían motivos para investigar si había alguna asociación. Para determinar si los problemas de salud estaban asociados con la vacunación, compararon las tasas previstas de los problemas de salud, o el número de eventos de salud que deberían ocurrir basándose en las tasas de fondo en las regiones estudiadas, con el número de eventos que observaron en los 42 días posteriores a la vacunación.

“Este estudio confirma los principales efectos secundarios ya detectados y validados por la literatura anterior”, nos dijo por correo electrónico Jeffrey S. Morris, director de la división de bioestadística en la Facultad de Medicina Perelman en la Universidad de Pensilvania, refiriéndose a las inusuales afecciones cardiacas asociadas a las vacunas de Moderna y Pfizer/BioNTech, así como a las afecciones poco frecuentes asociadas a las vacunas de AstraZeneca y Johnson & Johnson. 

Morris dijo que los hallazgos sobre el EMAD, la inusual enfermedad neurológica autoinmune relacionada con las primeras dosis de las vacunas de Moderna y AstraZeneca, “podría ser una nueva alerta de seguridad”.

El EMAD conlleva la inflamación del cerebro y la médula espinal, que aparece con mayor frecuencia en niños tras una enfermedad infecciosa. Aparece repentinamente y suele mejorar con el tiempo, con una recuperación completa en muchos casos, aunque no en todos.

Tras la primera dosis de la vacuna de Moderna, los investigadores constataron siete casos de EMAD, cuando esperaban dos. Como hemos dicho, si finalmente se demuestra que están relacionados con la vacunación, Hviid calculó la tasa de este efecto secundario entre 1 de cada 1,75 millones tras la primera dosis de la vacuna de Moderna.

Los datos muestran que “se trata de un evento adverso EXTREMADAMENTE infrecuente”, dijo Morris refiriéndose al EMAD. “Con esta tasa de incidencia se entiende por qué puede no haber sido detectado antes de ahora, y por qué un estudio con 99 millones de participantes como este es importante para encontrar incluso los eventos adversos graves más infrecuentes, que son riesgos potenciales de daño minoritarios de estas vacunas”.

Los autores del estudio escribieron que se necesita investigar más el EMAD tras la vacunación contra el COVID-19, afirmando que “el número de casos de este evento tan poco frecuente fue pequeño y el intervalo de confianza amplio, por lo que los resultados deben interpretarse con cautela y confirmarse en estudios futuros”.  Los autores también señalaron que se ha observado que los eventos neurológicos se producen en una proporción mucho mayor tras contraer COVID-19 que tras la vacunación contra el COVID-19.

El estudio significa que “los sistemas de alerta temprana son eficaces”, afirmó Marc Veldhoen, inmunólogo en el Instituto de Medicina Molecular João Lobo Antunes de Portugal, en una publicación en X, antes conocido como Twitter. “Evitar una reacción adversa no es posible, pero identificar a quienes corren mayor riesgo si lo es”.

Identificar a las personas con mayor riesgo de sufrir efectos secundarios puede ayudar a orientar las decisiones sobre qué vacunas recomendar y qué problemas deben vigilar los médicos en sus pacientes.


Traducido por Elena de la Cruz.

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