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Las vacunas contra el COVID-19 reducen sustancialmente el riesgo de morir por COVID-19, y los efectos secundarios graves son muy poco frecuentes. El exceso de muertes entre adultos en edad laboral en 2021 y 2022 se debió al COVID-19 y a otros factores, no a las vacunas. Afirmaciones de que las vacunas causan discapacidades y daños económicos a gran escala se basan en un razonamiento equivocado.
Historia completa
La vacunación contra el COVID-19 reduce el riesgo de muerte por esta enfermedad, incluso en adultos jóvenes.
A pesar de la abrumadora cantidad de pruebas de que las vacunas contra el COVID-19 han mitigado los efectos de la pandemia, un informe llamado Vaccine Damage Project, afirma que provocaron un exceso de 310.000 muertes entre personas en EE. UU. de entre 25 y 64 años en 2021 y 2022. El informe V-Damage, o de los daños de las vacunas, también afirma sin fundamento que estas tuvieron un “impacto significativo” en el número de personas con discapacidades en EE. UU. y que las vacunas contra el COVID-19 fueron la “causa más probable” de un gran aumento de bajas laborales.
El informe, que utiliza cálculos erróneos de exceso de muertes, discapacidades y lesiones para calcular daños económicos, aparece en el sitio web de Phinance Technologies, una empresa que ofrece suscripciones a informes financieros y servicios de consultoría. Phinance dice que planea lanzar un fondo de inversión.
Las presuntas conclusiones del informe V-Damage se han compartido ampliamente en las redes sociales. Edward Dowd, socio fundador de Phinance Technologies, tuiteó sin pruebas que el “coste humano estimado” de las vacunas era de 26,6 millones de lesiones, 1,36 millones de discapacidades y 300.000 muertes adicionales. Dowd ha afirmado en repetidas ocasiones que las vacunas contra el COVID-19 están causando un gran número de muertes, afirmaciones que han sido desmentidas por otros verificadores de información.
El exceso de muertes asociadas a la pandemia continuó en 2021 y 2022, pero no hay pruebas de que las vacunas contra el COVID-19 causaran este fenómeno. El COVID-19 siguió matando a cientos de miles de adultos en EE. UU., incluidas casi 200.000 personas menores de 65 años durante esos dos años.
Las muertes por sobredosis de drogas, accidentes de tráfico y consumo de alcohol también aumentaron en adultos de 25 a 44 años en 2020 y de nuevo en 2021, según Ellen Meara, profesora de economía y política sanitaria en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard. (Nos dijo en un correo electrónico que los datos disponibles aún no ofrecen una imagen completa de 2022).
“Las vacunas contra el COVID-19 son la mejor herramienta para prevenir y reducir las complicaciones debidas al COVID-19”, nos dijo en un correo electrónico Lisa George, especialista en asuntos públicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés). “Estas vacunas son seguras y eficaces y han sido sometidas a los controles de seguridad más exhaustivos en la historia de EE. UU.”.
El número de personas con discapacidades también aumentó en 2021 y 2022 en EE. UU., pero es poco probable que los efectos negativos de las vacunas expliquen este aumento, dado el buen perfil de seguridad de las mismas. Por último, las bajas laborales por enfermedad empezaron a aumentar en 2020, antes de que las vacunas estuvieran disponibles. Un repunte de bajas laborales a principios de 2022 coincidió con la ola de la variante ómicron.
El exceso de muertes se debe a diversas causas
Desde el principio de la pandemia, los CDC han estado contabilizando el exceso de muertes, una medida que compara el número de muertes previstas en un periodo de tiempo con el número actual de muertes.
Los CDC calculan las muertes previstas en el supuesto de que no se hubiera producido la pandemia, aunque señalan que “cada vez es más difícil predecir cómo serían las tendencias de mortalidad si no se hubiera producido la pandemia”.
Según los cálculos de los CDC, desde el 1 de febrero de 2020 se han producido más de 1,3 millones de muertes en exceso en EE. UU. Se sabe que muchas de ellas son consecuencia directa del COVID-19. Otras muertes, explica la agencia, podrían “representar muertes por COVID-19 mal clasificadas, o potencialmente podrían estar indirectamente relacionadas con la pandemia del COVID-19”. Esto podría incluir, por ejemplo, muertes que ocurren debido a la sobrecarga en hospitales, o debido a un aumento en los accidentes de tráfico o sobredosis de drogas. Sobre todo al principio de la pandemia, muchas muertes por COVID-19 pasaron desapercibidas debido a la falta de pruebas de detección.
Según los datos de los CDC, se han producido un exceso de más de 300.000 muertes desde el inicio de la pandemia, si se excluyen las que enumeran COVID-19 como la causa. De nuevo, algunas de estas muertes podrían deberse al COVID-19, pero la enfermedad no figuraba como causa subyacente o que contribuyera a la muerte.
El informe V-Damage calcula el exceso de muertes debido a la vacunación utilizando una lógica errónea.
En primer lugar, el informe afirma razonablemente que es difícil distinguir las causas de las muertes a nivel de población. Continúa diciendo, incorrectamente: “Sin embargo, a partir del verano de 2021, con la introducción masiva de las vacunas, el aumento de la inmunidad natural por exposición al virus y la aparición de cepas del virus más leves y contagiosas como ómicron, es difícil argumentar que el Covid-19 tuvo un papel significativo en el exceso de mortalidad. Por lo tanto, podemos utilizar el exceso de mortalidad total en 2021 y 2022 como una estimación de las muertes relacionadas con las vacunas, o al menos un límite superior estimado del daño de las vacunas”.
Hay varias cosas erróneas en esta afirmación. En primer lugar, un número considerable de personas murieron a causa del COVID-19 en la segunda mitad de 2021 y en 2022. A principios del verano de 2021, se habían producido algo más de 600.000 muertes por COVID-19 en EE. UU. El número de muertes había aumentado hasta casi 1,1 millones a finales de 2022. Y aunque la proporción de muertes por COVID-19 en adultos mayores frente a adultos más jóvenes aumentó durante ese periodo de tiempo, el COVID-19 siguió causando la muerte de personas menores de 65 años.
Como señaló HealthFeedback en un artículo en el que se analizaba una declaración anterior de Dowd sobre el exceso de muertes, el momento en que se produjo este exceso durante la pandemia indica que está estrechamente relacionado con las muertes por COVID-19, no con la vacunación. Un artículo de Associated Press señala, además, que para demostrar una relación entre las vacunas y las muertes habría que demostrar que las personas vacunadas, y no las no vacunadas, murieron en cantidades elevadas. El informe V-Damage no proporciona información sobre las muertes de personas vacunadas frente a las no vacunadas.
En segundo lugar, la variante ómicron ha resultado lejos de ser benigna. Una investigación demostró que, en términos de infección, ómicron ha sido menos grave que las variantes anteriores, en gran parte debido a que un mayor número de personas tiene algo de inmunidad, ya sea por infección, por la vacunación o por ambas cosas. También hay indicios de que la variante ómicron es por naturaleza menos virulenta que la variante delta que le precedió anteriormente, aunque ómicron parece ser tan virulento como el virus original.
Pero ómicron se propaga más fácilmente entre contactos cercanos que delta, y la vacunación es menos eficaz para bloquear la transmisión. Todo esto se sumó a una oleada récord de casos de COVID-19 a finales de 2021 y principios de 2022, que provocó muchas muertes.
En tercer lugar, los efectos de la pandemia han sido complejos, y es probable que el exceso de muertes relacionadas con la pandemia tenga múltiples causas. Las muertes por sobredosis de drogas, trastornos cardiometabólicos y otras enfermedades ya estaban aumentando entre los jóvenes en EE. UU. en la década anterior a la pandemia. La pandemia “acentuó la crisis de mortalidad que ya existía durante la mediana edad” en EE. UU., escriben los investigadores en un estudio de 2022 publicado en Nature Human Behavior.
Como hemos señalado, las muertes por sobredosis de drogas, consumo de alcohol y accidentes de tráfico aumentaron en adultos jóvenes en EE. UU. en 2020 y 2021. Un informe reciente de los CDC también muestra un aumento de suicidios en 2021, incluido en varones adultos jóvenes.
Por último, no hay pruebas de que las vacunas contra el COVID-19 hayan matado a un gran número de personas. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y los CDC cuentan con varios sistemas para controlar la seguridad de las vacunas, y estos han detectado muy pocas muertes causadas por estas.
Según una página web de los CDC actualizada el mes pasado, los fallecimientos de nueve personas muertes se han relacionado con un trastorno de coagulación muy poco común causado por la vacuna de Johnson y Johnson. “Los CDC y la FDA siguen revisando informes de muertes posteriores a la vacunación contra el COVID-19 y actualizando la información a medida que está disponible”, dice la página web.
De hecho, las pruebas demuestran que las vacunas han salvado vidas. Meara destacó un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association que comparaba las tasas de mortalidad de junio de 2021 a marzo de 2022 en los 10 estados con las tasas más altas de vacunación contra el COVID-19 con la serie primaria, frente a los 10 estados con las tasas más bajas. Por cada 100.000 personas, hubo 75 muertes por COVID-19 en los estados más vacunados, frente a 146 en los estados con menos vacunados. El exceso de muertes por todo tipo de causas también fue menor en los estados con una proporción alta de individuos vacunados.
Los efectos adversos graves de las vacunas contra el COVID-19 son muy poco frecuentes
Es poco probable que los efectos adversos graves y severos de las vacunas contra el COVID-19 hayan provocado un aumento del número de personas con discapacidades en 2021 y 2022, contrariamente a lo que se afirma en el informe V-Damage.
La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) realiza periódicamente una encuesta de representatividad a escala nacional, denominada Encuesta de Población Actual, en unos 60.000 hogares en EE. UU. Los datos de la encuesta muestran un aumento de las personas que declararon una discapacidad en 2021 y 2022.
Pero Sean Smith, economista de la Encuesta de Población Actual de la BLS, nos dijo en un correo electrónico que los datos de la encuesta no pueden utilizarse para identificar discapacidades específicas. “No podemos determinar a partir de las preguntas formuladas si la discapacidad está relacionada con COVID o con una reacción adversa a las vacunas”, dijo.
Un documento de trabajo de noviembre de 2022 de la Oficina Nacional de Investigación Económica, una organización sin fines de lucro, señalaba que, a partir del segundo cuarto de 2021, el aumento inicial de la tasa de discapacidad se debió probablemente a que algunas personas faltaron a entrevistas anteriores y se les hicieron preguntas sobre la discapacidad en encuestas posteriores. “Sin embargo, desde entonces, el aumento de la prevalencia de COVID prolongado y otras nuevas fuentes de discapacidad indican que el aumento puede reflejar un aumento real del número de personas con discapacidades”, escribieron los investigadores.
Hay muchos datos disponibles sobre la seguridad de las vacunas contra el COVID-19, y estos datos indican que es poco probable que hayan causado un número significativo de discapacidades. La inmensa mayoría de los efectos secundarios tras la vacunación, como tener fiebre y dolor en el lugar de la inyección, son temporales y no son graves.
El informe V-Damage también se basa en un estudio elaborado por el Dr. Joseph Fraiman, médico de urgencias, y sus colegas para argumentar que los daños causados por las vacunas provocaron el aumento de discapacidades. Como hemos explicado anteriormente, el documento hace una afirmación infundada sobre eventos adversos basada en un reanálisis defectuoso de los ensayos clínicos de las vacunas de ARNm de Pfizer/BioNTech y de Moderna.
En realidad, los eventos adversos graves fueron poco frecuentes en los ensayos aleatorizados de vacunas de ARNm a gran escala, y se produjeron con una frecuencia similar entre las personas que recibieron las vacunas y las que recibieron los placebos.
Por último, el informe V-Damage afirma sin fundamento que los datos de v-safe, un sistema basado en mensajes de texto que pide a las personas que informen sobre su salud después de vacunarse, muestran un patrón preocupante de hospitalizaciones. “Nuestro análisis muestra que durante el proceso de distribución de la vacuna, los CDC disponían de datos del mundo real que corroboraban las alertas de seguridad observadas en los ensayos clínicos”, dice el informe.
De hecho, un análisis de 2022 de los datos de v-safe y de otro sistema de control de vacunas llamado Sistema de Notificación de Eventos Adversos a las Vacunas (VAERS, por sus siglas en inglés) mostró que la mayoría de los eventos adversos notificados de las vacunas de ARNm durante los seis primeros meses del programa de vacunación fueron “leves y de corta duración”.
Como hemos explicado anteriormente, menos del 1% de las personas inscritas en v-safe solicitaron tratamiento médico durante la semana posterior a cada dosis de las vacunas. Un número aún menor, menos del 0,1%, fue hospitalizado durante la semana posterior a recibir una dosis. Además, v-safe pide a los participantes que notifiquen cualquier problema de salud u hospitalización, no solo los que crean que están relacionados con la vacunación. Del mismo modo, VAERS acepta informes de cualquier evento posterior a la vacunación, independientemente de la causa.
Las ausencias laborales forman parte de una tendencia pandémica más amplia
Muchas personas faltan temporalmente al trabajo debido a los efectos secundarios leves de las vacunas contra el COVID-19, pero estas ausencias no explican la tendencia general al aumento del número de bajas laborales desde 2020.
El informe V-Damage utiliza datos sobre los efectos secundarios de las vacunas de Pfizer/BioNTech para afirmar que los trabajadores a tiempo completo sufrieron lesiones a causa de las vacunas contra el COVID-19 y que las vacunas causaron “una degradación del sistema inmunitario de los individuos”. Pero como hemos señalado, muy pocos efectos secundarios fueron graves o duraderos, y no hay pruebas de que las vacunas dañen el sistema inmunitario.
El informe cita a continuación datos de la Oficina de Estadísticas Laborales para afirmar que estas “lesiones” provocadas por las vacunas causaron bajas laborales. Pero el absentismo laboral debido a “enfermedades, lesiones o afecciones médicas” aumentó al inicio de la pandemia, según Smith, el economista de esa agencia (BLS, en inglés). Si se cuentan las bajas que duraron toda la semana, las ausencias por enfermedad alcanzaron los 1,3 millones en marzo de 2020 y los 2 millones en abril de 2020, entonces una cifra récord.
El informe V-Damage reconoce este aumento en los primeros años de la pandemia, antes de la llegada de las vacunas, pero afirma que el “mayor aumento de las tasas de bajas laborales se produjo en 2022” y que “ocurrió después del impacto principal de la pandemia del COVID-19”.
Sin embargo, el número inusualmente elevado de bajas por enfermedad en 2022 puede atribuirse a un pico a principios de año.
Las bajas por enfermedad “siguieron aumentando hasta alcanzar un nivel máximo de 3,6 millones en enero de 2022; sin embargo, esta medida se redujo a 1,6 millones en febrero de 2022 y, desde entonces, se ha mantenido a niveles similares a la media observada en 2020 y 2021”, nos dijo Smith en un correo electrónico.
Al igual que antes con las discapacidades, Smith dijo que la BLS no tiene información sobre el tipo de enfermedad que causó que la gente faltara al trabajo.
Sin embargo, conviene señalar que los casos de ómicron alcanzaron su punto máximo en EE. UU. a principios de 2022, batiendo récords anteriores de casos semanales de COVID-19. Los datos de la BLS sobre las bajas parecen estar más estrechamente relacionados con los casos de COVID-19 que con las vacunas.
Emma Xiaolu Zang, profesora adjunta de sociología en la Universidad de Yale, que ha investigado las bajas laborales relacionadas con la enfermedad al principio de la pandemia, nos dijo por correo electrónico que las bajas en 2022 probablemente formaban parte de un patrón a mayor escala de ausencias relacionadas con el COVID-19.
“Es poco probable que las vacunas contra el COVID sean la causa del repunte de las bajas por enfermedad que comenzó a principios de 2020”, afirmó Zang.
Autor: Kate Yandell
Traducido por Elena de la Cruz.
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