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La poliomielitis, una enfermedad paralizante causada por un virus, ha sido eliminada en Estados Unidos (y erradicada en casi todo el mundo) gracias a las vacunas. Pero las redes sociales están resucitando viejas y falsas afirmaciones de que la poliomielitis es causada por pesticidas y que los brotes de la enfermedad terminaron cuando la gente dejó de usar DDT.


Historia completa

En las décadas de 1940 y 1950, la amenaza de la poliomielitis causaba terror en Estados Unidos. Cada verano, esta enfermedad viral altamente contagiosa provocaba brotes que mataban o paralizaban a personas, la mayoría niños. En el punto álgido de la poliomielitis, en 1952, se produjeron casi 58.000 casos en EE. UU., incluyendo más de 3.000 muertes y 21.000 casos de parálisis leve o incapacitante.

El alivio llegó con el desarrollo de las vacunas contra la poliomielitis: primero, con la vacuna de Jonás Salk, elaborada en 1955 con poliovirus inactivados o muertos, seguida de la vacuna oral de Albert Sabin, elaborada a principios de la década de 1960 con poliovirus debilitados.

Con la vacunación generalizada, los casos de poliomielitis rápidamente cayeron en picada. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), en 1960 se registraron 2.525 casos de parálisis en EE. UU., lo que supuso un descenso de casi el 90% respecto a 1952, y en 1965 solo hubo 61 casos. El poliovirus natural se eliminó en EE. UU. en 1979, lo que significa que ya no hay transmisión del virus. Desde entonces, los esfuerzos de vacunación en todo el mundo han estado a punto de erradicar el virus. Según la Organización Mundial de la Salud, el año pasado, el poliovirus natural solo circuló en dos países: Pakistán y Afganistán.

A pesar de esta historia bien documentada, en las redes sociales circulan falsas afirmaciones de que la poliomielitis es causada por pesticidas como el DDT, y que los brotes disminuyeron no por la vacunación, sino porque la gente dejó de rociar los productos químicos.

“La poliomielitis se detuvo cuando dejaron de rociar a la población [con] DDT y no con alguna inyección”, dice falsamente una publicación popular en Instagram.

“La polio no fue un virus de una sola cepa erradicado por una vacuna milagrosa”, continúa en el pie de foto de la publicación. “Fueron pesticidas como el arseniato de plomo y su sustituto más letal, el DDT, los que provocaron lesiones en la parte baja de la médula espinal a través del intestino”.

La publicación en Instagram, que incluye tres imágenes de DDT siendo aplicado sobre o cerca de personas, obtuvo más de 15.000 me gusta en su primer día. Posteriormente, se compartió en Facebook.

Un video de YouTube en el que se hace la misma afirmación (pero que va más allá al sugerir incorrectamente que los virus, incluido el SARS-CoV-2, causante del COVID-19, no causan enfermedades y ni siquiera existen) también se compartió recientemente en internet.

Un niño con polio aprendiendo a caminar en el Hospital Queen Mary, en Londres, en 1947. Fotografía por George Konig/Keystone Features/Getty Images.

Estas afirmaciones son falsas. No hay duda de que la poliomielitis es causada por un virus. Este descubrimiento se hizo en 1908, cuando unos científicos inyectaron a dos monos líquido cefalorraquídeo filtrado de un niño que había muerto de polio. Los monos contrajeron poliomielitis y murieron. Debido a los pasos de filtración, los científicos concluyeron que la poliomielitis estaba causada por algo más pequeño que las bacterias, probablemente un virus. Estudios posteriores lo confirmaron. En la década de 1950, el virus se observó con un microscopio electrónico.

Las propias vacunas antipoliomielíticas son también un testimonio de la naturaleza viral de la polio, ya que están fabricadas con poliovirus debilitados o muertos. Los científicos que descubrieron cómo aislar y cultivar poliovirus en diversos tipos de células, haciendo así posible las vacunas, ganaron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1954.

No hay pruebas de que pesticidas como el DDT causen la polio, ni de que la interrupción de ciertos pesticidas “acabara” con la polio. 

En primer lugar, la poliomielitis existía mucho antes que el DDT. El DDT, o dicloro-difenil-tricloroetano, no se sintetizó hasta 1874, pero es probable que la poliomielitis se remonte al menos varios milenios, hasta el antiguo Egipto.

La eliminación del DDT tampoco concuerda con el descenso de los casos de polio, como señalaron nuestros colegas de Health Feedback al abordar afirmaciones similares en 2020.

“El año de mayor uso de DDT en Estados Unidos fue 1959, cuando se aplicaron casi 80 millones de libras”, escribió la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) sobre el DDT en un comunicado de prensa de 1972 en el que anunciaba la prohibición del uso del producto químico en la agricultura. “Desde ese punto álgido, el uso disminuyó de forma constante hasta unos 13 millones de libras en 1971, la mayor parte aplicada al algodón”.

En 1959, la poliomielitis ya había comenzado su declive masivo con el lanzamiento de la vacuna de Salk. Incluso ignorando cuestiones de plausibilidad biológica, los tiempos no coinciden.

Los casos de poliomielitis, como hemos dicho y explicado antes, solo disminuyeron con la llegada de la vacunación.

La única relación que hemos podido encontrar entre el DDT y la poliomielitis es que en las décadas de 1940 y 1950 algunas comunidades estadounidenses fumigaron con DDT en un esfuerzo equivocado por evitar brotes de poliomielitis, como ha documentado la historiadora Elena Conis, de la Universidad de California en Berkeley.

Una imagen de microscopía electrónica de transmisión (TEM) de 1971 muestra numerosos viriones de poliovirus tipo 1. CDC/Dr. Joseph J. Esposito; F. A. Murphy.

En aquella época no se sabía cómo se propagaba la poliomielitis (a través del contacto con las heces y, en menor medida, los estornudos o la tos) y algunos sospechaban que las moscas podían ser las culpables. El DDT había demostrado su inmenso éxito durante la Segunda Guerra Mundial en la lucha contra enfermedades transmitidas por insectos como el tifus, la malaria, el dengue y la fiebre amarilla. Pero, por supuesto, harían falta vacunas para acabar con los brotes de polio.

Es importante señalar que, aunque la poliomielitis ya no es el azote de antaño, la enfermedad sigue siendo un riesgo para los habitantes de EE. UU. que no están vacunados porque los casos pueden importarse. En EE. UU., los niños reciben cuatro dosis de la vacuna antipoliomielítica inactivada, que tiene una eficacia superior al 99% en la prevención de la poliomielitis grave.

Dado que otros países siguen utilizando la vacuna oral, que contiene virus debilitados, pero vivos, es posible que en raras ocasiones personas no vacunadas en EE. UU. contraigan la polio a partir de cepas de poliovirus derivadas de la vacuna que circulan por la comunidad en personas vacunadas en el extranjero. Esto parece ser lo que ocurrió el verano pasado en un hombre no vacunado en Nueva York, como hemos escrito.

Afortunadamente, la vacunación protege contra las cepas de polio naturales y las derivadas de la vacuna, razón por la cual las autoridades sanitarias han animado a todos los que se hayan saltado la vacuna antipoliomielítica a ponerse al día.


Autor: Jessica McDonald

Traducido por Claudia Cohen.

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